EL LIBRO DEL PROFETA ZACARÍAS, I PARTE
El libro de Zacarías se compone de dos partes muy distintas: Cap 1 al 8 y del 9 al 14. Tras una introducción fechada en octubre-noviembre del año 520 a. C., dos meses después de la primera profecía de Ageo, el libro refiere ocho visiones del profeta que comienzan en febrero del 519, cap 1, 7 – 6, 8, seguidas de la coronación simbólica de Zorobabel (los escribas introdujeron el nombre del sumo sacerdote Josué cuando se desvanecieron las esperanzas puestas en Zorobabel y el sacerdocio retuvo el poder), ver cap 6, 9-14. El capítulo 7 es una ojeada retrospectiva al pasado nacional, y el capítulo 8 abre perspectivas de salvación mesiánica, ambos a propósito de un problema sobre el ayuno, planteado en noviembre del 518.
Este conjunto bien fechado y de pensamiento homogéneo es ciertamente auténtico; lleva, sin embargo, las huellas de una revisión, hecha por el profeta mismo o por sus discípulos. Por ejemplo, los anuncios universalistas del cap 8, 20-23 han sido añadidos después de los versículos 18-19, que constituye una conclusión.
Zacarías se preocupa, como Ageo, de la reconstrucción del Templo, se extiende más que él al hablar de la restauración nacional y de sus exigencias de pureza y moralidad, y la espera escatológica resulta en él más apremiante. Esta restauración ha de dar paso a una era mesiánica en que el sacerdocio representado por Josué será exaltado, cap 3, 1-7, pero en el que la realeza será ejerciada por el “Germen”, 3, 8, que es un término mesiánico que aplica a Zorobabel, ver cap 6, 12. Los dos Ungidos, 4, 14, gobernarán en perfecta armonía, 6, 13. Así, Zacarías resucita la vieja idea del mesianismo real, pero la asocia a las preocupaciones sacerdotales de Ezequiel, cuya influencia se advierte en muchos puntos: papel preponderante de las visiones, tendencia apocalíptica y afán de pureza. Los mismos rasgos y la importancia que se concede a los ángeles son un anticipo de Daniel.
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