EL LIBRO DE PROVERBIOS
El Libro de Proverbios en el A. T. hace parte de libros poéticos y Sapienciales de la Biblia y consiste en una gran agrupación de sentencias, refranes, máximas y poemas que fueron compuestos entre el siglo X al IV a. C. Los exégetas creen que la última redacción del libro se hizo en tiempos de Esdras.
De manera convencional se ha atribuido a Salomón, pues este rey es considerado como el prototipo de la sabiduría israelita, pero se considera que son muchos los sabios que contribuyeron a la composición y recolección de ese compendio y se menciona específicamente a los “hombres de Hezekih”.
Proverbios debe su nombre al versículo 1.1., donde se dice que su contenido lo constituyen los proverbios o parábolas de Salomón. Sin embargo, ni el nombre de parábola, ni el de proverbio corresponden al hebreo “mashal” (plural “mashalim). La Sagrada Escritura denomina “mashal” no sólo a las parábolas o semejanzas, sino más bien a todos los poemas didácticos y en particular las sentencias y máximas que encierran una enseñanza.
Casi todos los pueblos antiguos han tenido su sabiduría, distinta de la ciencia, y es la síntesis de la experiencia que enseña a vivir con provecho para ser feliz. La sabiduría de la Sagrada Escritura es toda divina, es decir, inspirada por Dios, lo cual implica su inmenso valor. Esto indica que no se trata de dar fórmulas verdaderas en sí mismas, que pueden hacer del hombre el autor de su propia felicidad, a la manera estoica, sino que es como decir : " Si tú me crees y te atienes a mis palabras, Yo tu Dios, que soy también tu amantísimo Padre, me obligo a hacerte feliz, comprometiendo en ello toda mi omnipotencia." De ahí el carácter y el valor eminentemente religioso de este Libro, aun cuando no habla de la vida futura sino de la presente, ni trata de sanciones o premios eternos sino temporales.
Resumiendo, el libro de Proverbios no es un código de obligaciones sino un tratado que lleva a la felicidad. A través de este libro se nos entrega por boca de los más sabios, los más altos secretos de la sabiduría (en hebreo “Jokmah”). Se trata sin duda alguna de una sabiduría eminentemente práctica, que desciende a veces a los detalles, enseñándonos por ejemplo a desconfiar de las fortunas improvisadas (13, 11; 20,21), del crédito (22,7) y de los hombres que adulan o prometen grandes cosas (20,19).
Por último al invitarlos a la lectura asidua y juiciosa de este libro, les podemos decir que el mismo tiene un carácter universal porque abarca todas las facetas de los conflictos existenciales de la humanidad, enseñando al hombre el temor de Dios, es decir el respeto y reverencia que le debemos por lo que Dios es y hace a favor de todo ser humano, sea sabio, justo, insensato o injusto.
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