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Palabra Creadora

EL LIBRO DE JUDIT

EL LIBRO DE JUDIT

Parecería que el autor de este libro hubiese multiplicado adrede los dislates de la historia para distraer la atención de cualquier contexto histórico concreto y llevarla por entero al drama religioso y a su desenlace.

Se trata de una narración hábilmente compuesta, que guarda estrecho parentesco con los apocalipsis.  Holofernes, servidor de Nabucodonosor,  es una síntesis de las potencias del mal;  Judit, cuyo nombre significa “la Judía”, representa la causa de Dios, identificada con la de la nación.  Esta causa parece condenada al exterminio, pero Dios cuida de su triunfo por medio de las débiles manos de una mujer, y el pueblo santo sube a Jerusalén.

El libro tiene contactos ciertos con Daniel, Ezequiel y Joel: la escena tiene lugar en la llanura de Esdrelón, cerca de la llanura de Harmaguedón, donde San Juan situará la batalla escatológica de Apocalipsis 16;  la victoria de Judit es el premio de su oración, de su observancia escrupulosa de las normas de pureza legal, y, sin embargo, la perspectiva del libro es universalista: la salvación de Jerusalén queda asegurada en Betulia, en aquella Samaría odiosa para los “ortodoxos” del Judaísmo rígido.  Ajior es quien da con el sentido religioso del conflicto, y Ajior es un amonita,  ver Judit 5, 5-21, que se convierte al Dios verdadero, Judith 14, 5-10.

Este libro fue escrito en Palestina, hacia mediados del siglo II antes de nuestra era, en una atmósfera de fervor nacional y religioso que la sublevación de los Macabeos había creado.

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