EPISTOLA DE SANTIAGO, II
TEMÁTICA. Dos temas principales sobresalen en toda esta exhortación, a saber:
El primero, ensalza a los pobres y advierte severamente a los ricos, 1, 9-11; 1, 27 al 2, 9; 4, 13 al 5, 6: esta preocupación por los humildes, los favoritos de Dios, enlaza con una antigua tradición bíblica y muy especialmente con las Bienaventuranzas del Evangelio, Mateo 5, 3+.
El segundo tema insiste en la práctica de las buenas obras y previene contra una fe estéril, 1, 22-27; 2, 10-26. Hay incluso sobre este último punto una sección polémica, 2, 14-26, que muchos intérpretes consideran dirigida contra Pablo. Hay que reconocer en efecto conexiones bastante sorprendentes entre Santiago y las Cartas a los Gálatas/Romanos, sobre todo en la interpretación de los mismos textos bíblicos sobre Abrahán, diferente en cada uno.
La existencia de un conflicto como éste entre los libros del NT es un indicio de la riqueza de la enseñanza divina más bien que un motivo de escándalo. Podemos observar dos cosas: en primer lugar, porque encima de cierta oposición motivada por preocupaciones pastorales diferentes, Pablo y Santiago están de acuerdo en lo fundamental, ver 2, 6; 2, 14+ (porque Pablo no estaba nunca contra la moral, ver por ejemplo a Romanos 12-13, sino contra la imposición de preceptos culturales sobre sus fieles convertidos del paganismo, como la circuncisión, y Santiago no habla nunca de estos preceptos cultuales, sino de la moral). En segundo lugar, que este tema de la fe y de las obras, espontáneamente sugerido por los antecedentes de la religión judía, bien pudo ser un tema tradicional de discusión que ambos habrían expuesto de manera independiente. Al fin la Iglesia naciente aceptó la epístola de Santiago porque habría querido conservar el equilibrio dialéctico entre fe y obras, entre Pablo y Santiago.
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