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Palabra Creadora

EPÍSTOLA DE SANTIAGO, I

EPÍSTOLA DE SANTIAGO,  I

FECHA DE COMPOSICIÓN Y AUTORÍA

Si se acepta  la autenticidad de la epístola,  su composición deberá situarse antes del 62, fecha de la muerte de Santiago.

Para algunos autores, es Santiago el que inicia una polémica contra Pablo, o mejor, contra cristianos que deformaban la enseñanza de Pablo;  en este caso, habría escrito su epístola poco antes de su muerte.  Para otros, menos numerosos cada vez, sería Pablo quien habría querido combatir las ideas de Santiago, cuya epístola en tal caso habría sido compuesta por los años 45-50, y ello explicaría el carácter arcaico de su cristología.  Sin embargo,  por lo que comentamos en el anexo, nos hace entender que una fecha tan antigua resulta poco probable.

Este escrito quiere llegar a las “Doce tribus de la Dispersión”, 1, 1, que son sin duda, los cristianos de origen judío dispersos en el mundo grecorromano, sobre todo en las regiones limítrofes de Palestina, como Siria y Egipto.  Que estos destinatarios sean convertidos del Judaísmo lo confirma el cuerpo de la carta. El uso constante de la Biblia supone que ésta les es familiar,  sobre todo por el uso de reminiscencias espontáneas y alusiones implícitas que por doquier se traslucen, y no en forma de argumentación partiendo de citas explícitas.  Se inspira particularmente en la literatura sapiencial, para deducir de ella lecciones de moral práctica, así como también del Evangelio, y su escrito no es puramente judío,  al contrario, se encuentran en él el pensamiento y las expresiones preferidas de Jesús,  no tanto por citas expresas tomadas de una tradición escrita, sino de la utilización de una tradición oral viva. 

Resumiendo,  se trata de un sabio judeocristiano que reconsidera de manera original las máximas de la sabiduría judía en función del pleno cumplimiento que habían hallado en labios del Maestro.  Su perspectiva cristina se aprecia sobre todo en el marco apocalíptico en que sitúa sus enseñanzas morales,  que tienen afinidad sobre todo con el evangelio judeocristiano de Mateo.

El estilo no es propiamente epistolar,  más bien parece una homilía.  Hay en él una serie de exhortaciones morales que se suceden sin gran cohesión, agrupando sentencias sobre un mismo tema, o bien mediante asonancias verbales.  Se trata de advertencias sobre la paciencia en las tribulaciones, 1, 1-12; 5, 7-11, el origen de la prueba, 1, 13-18, el dominio de la lengua, 1, 26;  3, 1-12, la importancia de la armonía mutua y de la misericordia, 2, 8-13; 3, 13 – 4, 2: 4, 11s,  la eficacia de la oración, 1, 5-8; 4, 2s; 5, 13-18, etc.  El sacramento de la Unción de los enfermos tiene su lugar teológico en 5, 14s (Concilio de Trento).

 

 

 

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