INTRODUC. EPÍSTOLAS SN PABLO, XIV
CARTA A FILEMÓN
No hay ninguna duda sobre la autenticidad de la carta a Filemón. Se la relaciona generalmente con Colosenses y Efesios porque Pablo se encuentra preso, Flm 1, 9s. 13, 23; Col 4, 3.10; Ef 3, 1; 4, 1; 6, 20, y porque los nombres de sus compañeros, Flm 12, 23-24, aparecen también en Col 4, 10-14. Según esto, Colosenses y Efesios datarían de los años 61-63. Pero estudios recientes impiden dar a estos datos un valor decisivo y hacen pensar que el cautiverio de Pablo en Éfeso (durante los años 52-54) sería el contexto más apropiado, particularmente si tenemos en cuenta la proximidad entre Éfeso y Colosas, que es la supuesta residencia de Filemón, Flm 22; ver Col 4, 9.
Aunque en la carta a Filemón no se trata expresamente ningún tema teológico, encontramos en ella todo un contexto de teología implícita, cuyos puntos más destacados son los siguientes:
La autoridad apostólica de Pablo. Pablo no se califica como apóstol, pero aparece en la carta como tal: sabe que tiene autoridad y que puede expresarla con toda franqueza (v. 8). Al final la carta habla de obediencia por parte de Filemón (v. 21).
Síntesis de vida eclesial. Las alusiones que hace Pablo sobre este tema son significativas, aun dentro de la sobriedad, surge una imagen sugestiva de Iglesia, personalizada en Filemón. La fe y la caridad se apoyan mutuamente, constituyendo un movimiento homogéneo orientado “a Jesús, el Señor y a todo el pueblo de Dios” (v. 5).
Esclavitud y vida cristiana. La condición de Onésimo esclavo fugitivo, la figura de Filemón patrón cristiano, la relación de Pablo con los dos, hace ya tiempo que planteó el problema de la actitud de Pablo, y de la Iglesia primitiva (Ef 6, 5-8; 1Pe2, 18-22) frente a la esclavitud. De la carta a Filemón se deduce que Pablo no piensa en una revolución social; al devolver a Onésimo a su amo, respeta las leyes vigentes. Pero surge una dimensión nueva, compartida por él, por Filemón y por Onésimo, que supera el nivel de la situación social y de su ordenamiento jurídico; para el cristiano el único valor absoluto, que relativiza radicalmente todo lo demás, es Cristo. Al aceptar a Cristo como absoluto aparece una constelación de relaciones nuevas entre las personas típicamente cristianas, que hace olvidar las viejas relaciones, incluida la relación patrón-esclavo, con todas las ventajas que de ello pudiera sacar Filemón, sino “hermano querido, como persona y como cristiano” )v. 16). Para Pablo, Onésimo cristiano es un “hijo” (v. 10), su “corazón” (v.11). Será lo absoluto de Cristo metido dentro de la trama social lo que llevará también de hecho a la abolición jurídica de la esclavitud. (U. Vanni)
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