EL LIBRO DEL PROFETA AMÓS
Nació Amós en el siglo VIII a. C. y se le reconoce como rugido de león. Antes de su vocación fue pastor y labrador que apacentaba sus ovejas y cultivaba cabrahígos (planta masculina de la higuera silvestre) en Tékoa, localidad de la montaña de Judá, situada a 20 kilómetros al sur de Jerusalén. A pesar de su pertenencia al reino de Judá, Dios lo llamó al reino de Israel, ver cap 1, 1; 7, 14s, para que predicara contra la corrupción moral y religiosa de aquel país cismático que se había separado de Judá y el Templo.
El marco en que desempeña su ministerio profético está situado junto al santuario de Betel. Desde un principio, el profeta se mostró intrépido defensor de la Ley de Dios, especialmente en su encarnizada lucha contra el culto del becerro de oro erigido en Betel. Perseguido por Amasías, sacerdote de aquel becerro, ver cap 7, 10, el profeta murió mártir según una tradición judía.
Denunció abiertamente las graves injusticias sociales y el laxismo ético-religioso ante el orgullo nacionalista, el capitalismo desenfrenado y el paganismo generalizado.
Los dos primeros capítulos de este libro contienen amenazas contra los pueblos vecinos, mientras que los capítulos 3 al 6 comprenden profecías contra el reino de Israel por sus extorsiones, avaricia, fraudes e idolatría.
Los capítulos 7 a 9 presentan cinco visiones proféticas acerca del juicio de Dios sobre su pueblo y el reino mesiánico, a cuyas maravillas dedica los últimos versículos como lo hacen también Oseas, Joel, Abdías y casi todos los Profetas Mayores y Menores.
Con un estilo sencillo y tan rudo como cabe esperar de un pastor que pasa su vida entera entre los animales que cuida en soledad, condena la vida corrompida de las ciudades, se indigna por las desigualdades sociales, que como hoy en día, claman al cielo por tanta injusticia y protesta por la falsa seguridad depositada en los ritos religiosos de sus contemporáneos que están vacíos porque no conllevan compromisos personales.
Por primera vez emplea dos expresiones que luego serán utilizadas ampliamente en la literatura profética posterior, habla del “DIA DE YAHVÉ”, para designar el momento en que Dios tomará justas decisiones reivindicativas; en medio de las tinieblas, Yahvé castigará a Israel por su maldad, utilizando a un pueblo que en la mente del profeta Amós es Asiria. La otra expresión novedosa es “EL RESTO”, término con el que se quiere designar a una porción de los israelitas fieles al yavismo puro en quienes reposará la esperanza de una perspectiva de salvación posterior.
Cumplió con valentía el difícil encargo de hablar claro y sin tapujos para clarificar actitudes, aunque le llevaron a sufrir acusaciones de Amasías, sacerdote de Betel, y la persecución de su hijo Ozías.
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