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INTRODUCCIÓN AL APOCALIPSIS

INTRODUCCIÓN AL APOCALIPSIS

INTERPRETACIÓN HISTÓRICA.

Cuando Juan escribía,  la Iglesia, el nuevo Pueblo elegido, acababa de ser diezmada por una sangrienta persecución, 13; 6, 10-11; 17, 6, desencadenada por Roma y el imperio romano (la Bestia), pero a instigación de Satanás, 12; 13, 2-4, el Adversario por excelencia de Cristo y de su Pueblo. Una visión inicial describe la majestad de Dios que reina en el cielo, dueño absoluto de los destinos humanos, 4, y que entrega al Cordero el libro que contiene el decreto de exterminio de los perseguidores, 5; la visión prosigue con el anuncio de una invasión de pueblos bárbaros (los partos), con su tradicional cortejo de males: guerra, hambre y peste, 6.  Pero los fieles de Dios serán preservados, 7, 1-8; ver 14, 1-5, en espera de gozar del triunfo en el cielo, 7, 9-17; ver 15, 1-5.  Sin embargo, Dios, que quiere la salvación de los pecadores, no va a destruirlos inmediatamente, sino que les enviará una serie de plagas para prevenirles, como lo había hecho con Faraón y los egipcios, 8-9; ver 16.  Esfuerzo inútil: a causa de su endurecimiento, Dios destruirá a los impíos perseguidores, 17, que trataban de corromper la tierra induciéndola a adorar a Satanás (alusión al culto de los emperadores de la Roma pagana); siguen una lamentación sobre Babilonia (Roma) destruida, 18, y cantos triunfales en el cielo, 19, 1-10. 

Una nueva visión vuelve sobre el tema de la destrucción de la Bestia (la Roma perseguidora), esta vez realizada por Cristo glorioso, 19, 11-21.  Entonces se abre un período de prosperidad para la Iglesia, 20. 1-6, que terminará con un nuevo asalto de Satanás contra ella, 20, 7s, la destrucción del Enemigo, la resurrección de los muertos y su Juicio, 20, 11-15, y finalmente el establecimiento definitivo del Reino celeste, en el gozo perfecto, después de haber sido aniquilada la muerte, 21, 1-8.  Una visión retrospectiva describe el estado de perfección de la nueva Jerusalén durante su reinado sobre la tierra, 21, 9s.

Esta es la interpretación histórica del Apocalipsis, su sentido primero y fundamental.  Pero el alcance del libro no se detiene aquí; porque su visión de la historia depende de valores eternos sobre los que puede apoyarse la fe de los fieles de todos los tiempos.  Ya en el A T, la confianza del Pueblo santo estaba fundada en la promesa de Dios de permanecer “con su Pueblo”, ver Ex 25, 8+, presencia que significaba protección sobre los enemigos para llevar a cabo la salvación.  También ahora, y de una manera mucho más perfecta, está Dios con su nuevo Pueblo, que ha unido consigo en la persona de su Hijo, Emmanuel (Dios con nosotros); y la Iglesia que vive de esta promesa de Cristo resucitado: ·Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”, Mt 28, 20. Siendo así, nada tienen que temer los fieles; aunque por algún tiempo tengan que sufrir por el nombre de Cristo, en definitiva serán vencedores de Satanás y de todas sus maquinaciones.

 

Fuente : Biblia de Jerusalén

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