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Palabra Creadora

LOS LIBROS DE CRÓNICAS (2a. Parte)

LOS LIBROS DE CRÓNICAS  (2a. Parte)

Los grandes pensamientos del Cronista,  el Templo y el Culto,  explican la composición de su obra.  Los primeros capítulos,  del 1 al 9 ofrecen listas genealógicas que se detienen más en la tribu de Judá y la descendencia de David, en los levitas y en los habitantes de Jerusalén.  Esto sirve de introducción a la historia de David, que ocupa todo el final del primer libro, cap. 10 al 29. 

En los libros de Crónicas se omiten la desavenencias con Saúl,  así como el pecado de Betsabé,  los dramas de la familia y las rebeliones,  pero se da relieve a la profecía de Natán,  cap 17,  y se concede una importancia considerable a las instituciones religiosas,  por ejemplo el traslado del arca y la organización del culto en Jerusalén,  cap 13,  15-16,  y los preparativos para la construcción del Templo,  cap 21 al 29.  David ha levantado el plano, reunido los materiales, ha organizado las funciones del clero hasta en los detalles,  y ha dejado la realización de la obra en manos de su hijo Salomón. 

En 2 Crónicas 1-9, ocupan la mayor parte la historia de Salomón, la construcción del Templo, la oración del rey en la dedicación y las promesas con que Dios corresponde. A partir del cisma, el Cronista sólo se preocupa del reino de Judá y de la dinastía davídica.  A los reyes se les juzga de acuerdo con su fidelidad o infidelidad a los principios de la alianza,  según se aproximen o se alejen del modelo dado por David,  1 Cro 10-36. 

A los desórdenes,  siguen las reformas y las más relevantes son las realizadas por Ezequías y Josías.  Este último rey tiene sucesores impíos que precipitan el desastre,  pero las Crónicas concluyen con la autorización dada por Ciro para reconstruir el Templo.  Continuación de esta historia son los libros de Esdras y Nehemías.

Puesto que el Cronista ha dispuesto de fuentes que ignoramos y que podían ser dignas de fe,  no hay razón para desconfiar en principio,  de todo lo que añade a los libros canónicos que nosotros conocemos.  Este cronista escribe para sus contemporáneos,  les recuerda que la vida de la nación depende de la fidelidad a Dios y que esta fidelidad se expresa mediante la obediencia de la ley y a la regularidad de un culto animado por la verdadera piedad.  Quiere hacer de su pueblo una comunidad santa, en cuyo favor se realizarán las promesas hechas a David.

La enseñanza permanente que nos dejan estos libros consiste en la primacía de lo espiritual y sobre el gobierno divino de todos los acontecimientos del mundo. Deberíamos meditarlo en una época como la nuestra, en la que la invasión de lo profano parece retrasar indefinidamente el establecimiento del reino de Dios.

 

 

 

 

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