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Palabra Creadora

INTROD. A LAS EPÍSTOLAS DE SN PABLO VI

INTROD. A LAS EPÍSTOLAS DE SN PABLO VI

I Y II CARTA A LOS TESALONICENSES 

Cronológicamente,  las primeras cartas de San Pablo están dirigidas a los Tesalonicenses,  evangelizados por San Pablo en el curso de su segundo viaje (Ver Hch 17,  1-10), otoño del 49 a primavera del 50.  Obligado por los ataques de los judíos a salir para Berea,  desde donde llegó a Atenas y Corinto,  de esta última ciudad escribió sin duda 1 Ts en el verano del 50.  Silas y Timoteo están con él, y las buenas noticias traídas por este último, después de una segunda visita a Tesalónica, sirven de ocasión a Pablo para desahogar su corazón, 1-3;  siguen algunas exhortaciones y prácticas,  4, 1-12; 5, 12-28, entre las que se incluye una respuesta respecto de la suerte de los difuntos y de la Parusía de Cristo, 4, 13 – 5, 11. 2 Ts, escrita sin duda en Corinto algunos meses más tarde (2 Ts 2, 15), contiene además de exhortaciones prácticas, 1; 2, 13 – 3, 15,  nuevas instrucciones sobre la fecha de la Parusía y los signos que la han de preceder, 2, 1-12. 

La segunda carta a los Tesalonicenses  presenta sorprendentes semejanzas literarias con  la primera, hasta el punto que algunos críticos han visto en ella la obra de un falsario que se habría inspirado en San Pablo imitando su estilo.  Pero resulta difícil comprender el motivo de tal falsificación, y es mucho más sencillo pensar que el mismo Apóstol,  queriendo corregir algunos aspectos mal comprendidos de su enseñanza escatológica,  1 Ts 5, 2-9, haya escrito esta segunda carta repitiendo las fórmulas de la primera.  Ambos escritos no se contradicen, sino que se completan; y su autenticidad queda asimismo bien testificada por la antigua tradición de la Iglesia. 

Aparte del interés que ofrecen por presentar ya en germen muchos de los temas que se repetirán en ulteriores epístolas, éstas son importantes sobre todo por su doctrina sobre la escatología.  En esta primera etapa de su apostolado, el pensamiento del Apóstol aparece enteramente centrado en la resurrección  de Cristo y en su venida gloriosa, que traerá la salvación a los que hayan creído en él, aun cuando hubieran ya muerto, 1 Ts 4, 13-18.  Describe esa venida gloriosa según las tradiciones de la apocalíptica judía y del cristianismo primitivo (discurso escatológico de los Sinópticos, sobre todo de Mt).  Conforme a las enseñanzas de Jesús, así  insiste en la inminencia imprevisible de esa venida, que exige vigilancia, 1 Ts 5, 1-11, hasta el punto de producir la impresión de que él y ellos la verán en vida, 1 Ts 4, 17, y también  tranquiliza  a sus fieles inquietos por esta perspectiva, recordándoles que no ha llegado aún el Día y que ha de ser precedido de algunos signos, 2 Ts 2, 1-12. Estos ya no son tan claros para nosotros como debieron serlo para los primeros lectores.  Parece que Pablo se imagina al Anticristo como un individuo que vendrá en los últimos tiempos.  En cuanto al obstáculo “que ahora le retiene”, 2 Ts 2, 6,  algunos intérpretes han visto en él al imperio romano, otros a la predicación evangélica;  pero nada hay de cierto.

 

 

Fuente :  Biblia de Jerusalén

 

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